El orígen de las lenguas nacionales
Reseña de un texto de Benedict Anderson, en la que se dice que los humanistas, los protestantes y algunos funcionarios contribuyeron para que se extinguiera progresivamente el uso del latín entre los hablantes europeos alfabetizados; que la imprenta, que hizo las veces del oficio amanuense, contribuyó para la estabilidad de las lenguas vernáculas; y que las responsables de normalizarlas, como lenguas nacionales, fueron diversas dinastias.
Y cree bastar para cumplir con su cometido si diera respuesta a tres interrogantes.
Primer interrogante y breve escolio. Anderson interrogó acaso por qué los hablantes europeos alfabetizados progresivamente decayeron en el monolingüísmo, y concluyó que la majestad del latín, la lengua culta con la que los hablantes de una vernácula se hacían bilíngües, había sido depuesta y privada progresivamente de su trono, primero, por los humanistas, quienes, reprendiendo severamente el uso cotidiano y eclesiástico del latín contemporáneo, defendieron en sus obras críticas la incorporación de un estílo ciceroniano para la lengua latina que les era contemporánea, creyendo que con él la lengua reavivaría el entonces esotérico estilo clásico; segundo, por los protestantes, quienes habituaron el escribir en lenguas vernáculas, como en el alemán de la época de Lutero; y, tercero, por el hábito "inconsciente, pragmático, por no decir aleatorio" (70) de determinado funcionariado, como en Inglaterra que incluso antes del siglo XVI la lengua de la corte era la del inglés antíguo, o como durante la dinastía Romanov, que era el alemán y el francés, o como en Francia, que se usó el francés normando (68-69). El que podríamos llamar funus latinæ linguæ dio lugar a "la fatalidad de la diversidad lingüística humana" (70), como la llama Anderson. El rito funerario de la lengua latina entre los alfabetos, antes bilíngües, aseguró la primacía de las vernáculas entre los hablantes.
Segundo. Anderon interrogó acaso por qué tuvo lugar el decisivo fín del oficio del copista o de la labor amanuense. Lo sustituyó la imprenta, que Anderson optó por llamar "tecnología de las comunicaciones" (70). La imprenta, en particular, reemplazó del oficio amanuense sus "hábitos individualizantes", con los que, desde el punto de vista gráfico, las lenguas eran modificadas constantemente. La imprenta aseguró la estabilidad de los grafemas y, en general, del sistema gráfico de las lenguas, garantizándoles "sus formas modernas" (73). En efecto, haciendo abstracción, primero, del alfabeto latino clásico, de veintiuna letras y en forma mayúscula únicamente, que sirve de base para el abecedario español actual, y, segundo, haciendo abstracción de la incorporación temprana en el abecedario español de la ye y de la zeta, vemos, por una parte, que fueron los copistas medievales quienes, alterando la estabilidad de la lengua española, originaron la abreviatura de la secuencia gráfica nn por medio del grafema ñ, que hoy llamamos eñe, y, por otra parte, que fueron los copistas posrenacentistas, casi en el albor de la imprenta, quienes distinguieron gráficamente, por vez primera en el español, los fonemas vocálicos de los consonánticos de las letras u e i, representando, de manera contraria a la tradición, a los primeros, los vocálicos, por medio de la u y de la i, y a los segundos, los consonánticos, por medio de la uve y de la jota (ver Los grafemas españoles).
Tercero. Anderson preguntó acaso quién o quiénes mediaron o, de una manera más reguladora, quién o quiénes intervinieron ya con el fin de llevar a cabo la normalización lingüística de las lenguas vernáculas, ya con el propósito de convertirlas "en modelos formales por imitar" (74), ya con el radical 0bjeto de explotarlas "conscientemente con un espíritu maquiavélico" (74). El interventor fue, de manera general, según Anderson, el llamado gobierno o, más precisamente, las diversas dinastías. Así, Juan II pretendió germanizar su imperio austro-húngaro, oficializando la lengua alemana (124). La expresión "rusificación zarista" (127) habla por sí misma; y es confirmatorio de la expresión que en 1887 el ruso se haya oficializado como "la lengua obligatoria en todas las escuelas estatales de las provincias bálticas" (128-29). En igual dirección, la Baja Escocia y Londres se aliaron "para exterminar en gran medida el irlandés" (131). Y en 1872 la casa imperial japonesa "ordenó la promoción del alfabetismo universal entre los varones adultos" (139), &c.
No hay comentarios:
Publicar un comentario