¶ El 4 de mayo de 2003 el actual presidente de la República, Juan Manuel Santos, escribió en El Tiempo un texto, titulado El desenfoque del gasto público[1].
I
El texto de Santos advirtió que por entonces “la razón de ser de la función pública del Estado” había caído en el olvido. C0ntrasta con este olvido que Santos, empero, se haya dedicado por entonces a las siguientes dos tareas: en primer lugar, a “tratar de entender cuál es la sociedad que queremos”; en segundo lugar, a tratar de entender “cuál es el Estado capaz de esa sociedad”. Por una parte, Santos respondió ¿qué sociedad queremos?, mostrándose partidario de unas doctrinas políticas defensoras de las siguientes seis convicciones políticas: en primer lugar, de “la libertad individual”; en segundo lugar, de “la igualdad ante la ley”; en tercer lugar, de “la división del poder político”; en cuarto lugar, de la “libertad religiosa”; en quinto lugar, de “el derecho positivo”; en sexto lugar, de ”una autoridad legítima, derivada del consenso popular". Por otra parte, Santos respondió ¿cuál es el Estado capaz?, diciendo que el “Estado capaz” no era, sin lugar a dudas, “la noción totalitaria y corporativa del Estado de Hegel”, sino el régimen "democrático y liberal". Este régimen democrático y liberal, a juicio de Santos, seguía “un modelo económico” de Rawls y de Sen, caracterizándose por las siguientes dos directrices: en primer lugar, “hace primar la equidad sobre la eficiencia”; en segundo lugar, su “fundamento es el acceso a los derechos fundamentales". Sobre el segundo punto aseguró: "El gasto público debe estar entonces encaminado exclusivamente a garantizar el acceso universal a esos derechos, de tal forma que todos podamos ejercer nuestras opciones. En ese momento, finalmente tendremos un Estado liberal, con respeto real, y no sólo de discurso, hacia todos y cada uno de los individuos que componen la sociedad" (letra cursiva mía). El “Estado capaz”, “liberal”, “con respeto real”, “no sólo de discurso”, “hacia todos y cada uno” para Santos era uno que siguiera la siguiente regla de gasto público expansivo: los recursos públicos deben gastarse exclusivamente con el fin de garantizar el acceso a los derechos fundamentales.
Santos argumentó a favor de la regla de gasto público expansivo, afirmando los siguientes axiomas:
1) “El modelo del liberalismo económico”, o “neoliberalismo”, que se había aplicado en Latinoamérica había hecho “crisis total”, concluyendo en el “fracaso social de América Latina”, demostrando "las falencias del sistema capitalista" y poniendo en cuestión a “la noción de neutralidad de Pareto (...) en la que se fundamenta buena parte del modelo neoclásico, sustento de lo que hoy se ha dado por llamar neoliberalismo".
2) El "pecado" del neoliberalismo, como lo llamó Santos, consistió en "aceptar el statu quo en términos de distribución del ingreso, aceptar la miseria y la casi total carencia de movilidad social que caracteriza a nuestros países".
3) “Lo realmente progresista en economía está representado por los planteamientos de Rawls y Sen". Estos planteamientos son los siguientes tres: en primer lugar, "que mientras no se satisfagan unas condiciones básicas para los grupos más desfavorecidos de la población, las concesiones hacia estos grupos se deben seguir haciendo independientemente de qué tanto bienestar se genere para la sociedad como un todo, o de qué tanta eficiencia se pierda. Esto es equidad"; en segundo lugar, "El objetivo de la política económica no debe maximizar el bienestar de la sociedad, sino permitirle el acceso a un mínimo nivel de bienestar a los sectores más deprimidos, para que los más pobres también puedan ser partícipes de sus deseos en el mercado"; finalmente, "Lo que interesa son las libertades fundamentales de los individuos".
[1] Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-981877 (Consultado por última vez el jueves 1º de septiembre de 2011)
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