El autor de Ser y tiempo empezó a estudiar en el parágrafo 19 la obra Principia Philosophiae de Descartes, refiriéndose a lo largo del parágrafo a cuatro capítulos de aquella obra estudiada: de la primera parte de Principia estudió los capítulos LIII, LXIV y LXV—en este orden—; y luego de la segunda parte de Principia estudió únicamente el capítulo IV. Pero al cabo del parágrafo 19 el autor de Ser y tiempo no hubo empezado, en rigor, su doble crítica a los Principia. Esta doble crítica contra los Principia de Descartes inicia, en rigor, sólo hasta el parágrafo 20 de Ser y tiempo, por lo que la exposición que en Ser y tiempo se hace en el parágrafo 19 es sólo pre-crítica, o introductoria, en relación con la crítica que iniciará en el parágrafo 20.
Más de la mitad de las referencias, que en el parágrafo 20 de Ser y tiempo se hacen a los Principia de Descartes, son referencias al capítulo LI de los Principia. Puesto que, por una parte, ésto es así y, por otra parte, es desde el parágrafo 20 de Ser y tiempo que el autor de Ser y tiempo inicia su crítica a Descartes, se sigue que el punto de partida de un análisis en torno de la crítica heideggeriana de los Principia cartesianos debe ser un análisis del capítulo LI de los Principia, titulado Quid ſit ſubſtantia, & quòd iſtud nomen Deo & creaturis non conveniat univocè (Qué sea la substancia y por qué este nombre no convenga unívocamente a Dios y a las criaturas).
En este capítulo LI de Principia Philosophiae el autor de Principia se dio a la tarea de disputar la que solía ser dicha en las llamadas Scholae o Escuelas, a saber: la relación entre la substancia y "todas las otras". Para entender este preliminar planteamiento de la que llamaré tesis de las Escuelas, que Descartes intentará disputar, hay que de una vez plantear que en las llamadas Escuelas, según Descartes, se solía sostener la siguiente tesis: nomen subſtantiae convenit Deo & illis univocè (el nombre de substancia conviene a Dios y a ellas—a todas las otras—unívocamente); o, dicho de otra manera, ſubſtantiae nomini una ſignificatio poteſt diſtincte intelligi, quae Deo & creaturis ſit communis (puede entenderse distintamente una significación del nombre de substancia que sea común a Dios y a las criaturas). Tal es la tesis de las Escuelas que disputará Descartes en el capítulo LI de sus Principia.
El autor de Ser y tiempo, en el parágrafo 20, comenta la anterior tesis escolástica, contra la cual disputa el autor de los Principia. Pero Heidegger considera que la tesis no es propiamente escolástica, como afirma Descartes. Por el contrario, a Heidegger le parece que con esa tesis—según la cual el nombre « substancia» conviene a Dios y a las demás substancias unívocamente—“Descartes toca aquí un problema que dio mucho que hacer a la ontología medieval” (página 114) (letra cursiva fuera del texto). Esta cita es desconcertante. La tesis de las Escuelas, según la interpretación de Heidegger: α) es una tesis ontológica; β) es una tesis de las Escuelas y esto es como decir que es medieval; γ) puesto que es una tesis que, según Heidegger, “dio mucho que hacer a la ontología medieval”, es una tesis de la cual se siguieron otras tesis u otras concepciones que tanto tenían un carácter ontológico (α), como fueron también pertenecientes al Medioevo (β). Sea dicho de otra manera, Heidegger aseguró que la ontología medieval no se agotaba con la tesis de las Escuelas, la cual pretendería disputar el autor de las Principia. Esto es como decir que Heidegger pretendió recortar el alcance de la crítica que Descartes haría a la ontología medieval.
Pero Heidegger no sólo recortó el alcance de la crítica que Descartes haría a la ontología medieval, sino que dio a entender que la tesis de las Escuelas no tenía siquiera sostén por sí misma como tesis «de» las Escuelas, ya que era una interpretación errada acerca de la ontología medieval. Heidegger, mostrándose contrario a la interpretación que hizo Descartes de la ontología medieval, aseguró: “La escolástica concibe el sentido positivo de la significación del término «ser» como una significación «análoga» a diferencia de la unívoca y de la simple identidad del nombre” (página 114) (letra cursiva fuera del texto). Para Heidegger había una tesis de las Escuelas, pero Descartes la había planteado erróneamente. No era, como dijo Descartes, que la escolástica afirmara que “el nombre de substancia conviene a Dios y a las demás substancias unívocamente” (letra cursiva fuera del texto), sino que el nombre de substancia conviene a Dios y a las demás substancias «análogamente». Permítaseme llamar a esta última tesis, a la de Heidegger, la tesis heideggeriana de las Escuelas. Si bien la tesis heideggeriana de las Escuelas no hace sino variar el adverbio univocè de la tesis de las Escuelas (cartesiana) por el adverbio «análogamente», no puede decirse que no haya ninguna variación entre una y otra interpretación. Según Heidegger, la comprensión del adverbio «análogamente», problemático para la ontología medieval, es un problema filosófico heredado. “Siguiendo a Aristóteles, en el cual—como en los inicios de la ontología griega en general—el problema encuentra su primer esbozo”, dice el autor de Ser y tiempo, “se han distinguido diferentes formas de analogía, y de acuerdo con ellas se diversifican también las «escuelas» según la manera de comprender la función significativa del ser” (página 114) (letra cursiva fuera del texto).
Pero no sólo lo uno y lo otro—Heidegger no sólo, por un parte, recortó el alcance de la crítica que Descartes haría a la ontología medieval, y, por otra parte, dio a entender que la tesis de las Escuelas no tenía siquiera sostén por sí misma como tesis «de» las Escuelas, ya que era una interpretación errada acerca de la ontología medieval—, sino que para Heidegger “Descartes queda muy a la zaga de la escolástica” (página 114). Heidegger, en un pie de nota, situado después de la palabra escolástica en la anterior cita, refirió al lector a la Opuscula omnia Thomae de Vio Cardinalis (Tomus III del Tractatus V, de nominum analogía).
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