Novela de fundación nacional
“Proyecto trabajo #1, jueves 8 de septiembre”
Juan Sebastián Franco
1. Título tentativo
Decidí titular preliminarmente este resumen así: “Hacia la comprensión de algunas formas pronominales de tratamiento en la novela María: os, vosotros, tú, mi amo, su merced, vosotras, y algunas otras”.
2. Resumen.
La pregunta preliminar que abordaré en mi ensayo será: ¿en qué sentidos se pueden contextualizar algunas de las expresiones que en la novela María emplean formas pronominales, y que por medio de estas formas hacen ver el modo de tratamiento que tienen quienes se comunican? Quizás haya que ser menos ambicioso por las limitaciones de tiempo y quizás, por tanto, haya que contextualizar una única expresión y no varias, como da a entender la pregunta preliminar. Sin embargo, en este resumen explicaré no uno, sino algunos rasgos del texto estudiado, María, que me han llevado a plantearme esa pregunta preliminar.
El editor autorizado—quien se sobrentiende que edita María—, por poner un primer ejemplo, usa varios pronombres en la Dedicatoria A los hermanos de Efraín, a quienes va dirigida. Varios es un término que tiene el siguiente significado: el 20% de las palabras de la Dedicatoria son de naturaleza pronominal. En concreto, hay 21 pronombres entre las 109 palabras de la Dedicatoria de la novela María. A continuación listo los 21 pronombres, en orden de aparición: (1) míos, (2) aquel, (3) quien, (4) que, (5) os, (6) estas, (7) me, (8) mi, (9) mi, (10) vosotros, (11) que, (12) aquella, (13) mis, (14) sus, (15) que, (16) tú, (17) que, (18) mis, (19) ese, (20) me, (21) que.
Pero, antes que nada, hay que advertir que la Dedicatoria tiene, en rigor, dos partes. Como marco general, la Dedicatoria establece un mensaje que el editor autorizado pretende remitir a los hermanos de Efraín. Pero, como marco particular de ese mensaje dedicado, la Dedicatoria tiene un mensaje en discurso directo, que el editor autorizado recuerda. El emisor de este mensaje fue Efraín y aquel a quien se lo remitió fue al editor autorizado. Claramente, el mensaje “Lo que ahí falta tú lo sabes: podrás leer hasta lo que mis lágrimas han borrado” es un mensaje que está en la Dedicatoria, pero que ni es remitido por quien escribió la Dedicatoria ni es remitido a quien la Dedicatoria va dirigida: este tipo de mensaje es otro mensaje, aunque al interior de la Dedicatoria. Queda así claro que hay dos tipos de mensajes en la Dedicatoria de María.
Ahora bien, entre los 21 pronombres listados parece haber algo extraño, entre los pronombres listados, con el primero (míos), el quinto (os), el décimo (vosotros) y el decimosexto (tú): algo extraño pareciera que no tienen los otros 17 pronombres. Este algo, que tienen estos cuatro pronombres de especial, es lo siguiente: que los primeros tres (míos, os, vosotros) parecen permitir que el lector comprendiese la especial relación entre quien emite el mensaje general de la Dedicatoria—el editor autorizado—y quienes son los receptores de su mensaje—los hermanos de Efraín—; y, por otra parte, que el último de los cuatro (tú) parece permitir que el lector comprendiese la especial relación entre el emisor del fragmento en estilo directo—Efraín—y quien fue el receptor de este mensaje—el editor autorizado—. Pero, si bien hay algo en común entre los cuatro pronombres extraños, vemos que hay una distinción entre ellos, que además es necesaria desde el punto de vista lógico, ya que el primer grupo pronominal (míos, os, vosotros) es necesariamente diferente, en cuanto a la categoría de número gramatical, del pronombre tú, que en teoría debería por sí solo formar el segundo grupo pronominal. Es decir, míos, os, vosotros son pronombres en número plural, tú es un pronombre, en cambio, en número singular. Por tanto, necesariamente las personas a quienes refieren míos, os, vosotros es diferente a la única persona a quien refiere el pronombre tú. Por consiguiente, vemos que la interpretación de los pronombres míos, os, vosotros, tú es doble y esto con necesidad: por una parte, tienen todos estos pronombres en común, míos, os, vosotros, tú que le permiten al lector comprender el trato entre el emisor y el receptor del mensaje en el que están; por otra parte, no todos estos pronombres, míos, os, vosotros, tú tienen en común el mismo número gramatical, por lo que es forzoso diferenciar el emisor y el receptor de unos (míos, os, vosotros) del emisor y del receptor del pronombre restante (tú). La analítica pronominal debe ser cualitativamente la misma, pero sus referentes deben ser cuantitativamente diferentes.
Pero pongamos en situación a los cuatro pronombres que, he dicho, parecen ser extraños. En primer lugar, el editor autorizado de la novela María emplea el pronombre posesivo míos en una expresión vocativa, para referirse a los hermanos de Efraín, a quienes va dirigida la Dedicatoria de la novela. Dice el editor autorizado a los hermanos de Efraín: “CAROS AMIGOS MÍOS”. Esta expresión vocativa se compone de tres palabras, que en orden de aparición se explican así: en primer lugar, hay un adjetivo calificativo que forma el plural en –s, “CAROS”; en segundo lugar, hay un sustantivo masculino que también forma el plural en –s, “AMIGOS”; en tercer lugar, hay un adjetivo determinativo que forma el plural en –s y que, con precisión, es un pronombre posesivo en posición posnominal, de primera persona, de género masculino y de número plural formado en -s, e indicativo de un único poseedor, “MÍOS”. El género masculino del posesivo es usado genéricamente. Este es un recurso de las lenguas románicas: se usa el plural masculino para designar a los individuos de la clase, independientemente del género. El adjetivo calificativo “CAROS” enfatiza el carácter cariñoso que comunica el posesivo, “MÍOS”. El sustantivo, con el que conciertan ambos adjetivos, “AMIGOS”, es el que explica que ese afecto enfático que tienen el editor autorizado con los hermanos de Efraín es posible únicamente por el trato que entre ellos permite su relación de amistad. En segundo lugar, el editor autorizado dice: “Mucho tiempo os he hecho esperar estas páginas”. Para el análisis pronominal preliminar es factible hacer abstracción de los complementos circunstanciales. Basta con analizar la oración: “os he hecho esperar”. La construcción de la oración os he hecho esperar es, dicho de manera breve, la siguiente: consta, primero, de un pronombre personal en función de complemento indirecto, “os”; luego, del verbo principal hacer, conjugado en tiempo pretérito perfecto compuesto, “he hecho”; luego, del infinitivo verbal en función de complemento directo, “esperar”. El pronombre “os” es, claramente, la palabra extraña. Su persona gramatical es la 2ª, no tiene distinción de género, su número es el plural y su caso es el dativo. El pronombre “os” sería sustituible por “les”, como diciendo “les he hecho esperar”. Ambos, “os” y “les”, son pronombres átonos: carecen por sí mismos de tonicidad. La posición de “os” en la oración os he hecho esperar es primera, por lo que “os” es un pronombre proclítico. Os, en fin, establecía una forma de tratamiento diferente de la que establecía les. Habrá que indagar por su naturaleza. Y ésta tarea también va para el tercer pronombre referido: vosotros. No hay que ir muy lejos en esta explicación: vosotros, -tras es el pronombre tónico correspondiente al átono os. Finalmente, llama la atención que en el estilo directo de la Dedicatoria de María se lea en las palabras de Efraín, dirigidas al editor autorizado, el pronombre personal tú, cuando dice: “Lo que ahí falta tú lo sabes”.
El empleo inicial del pronombre personal “tú” llama la atención sobretodo en relación a otro episodio de la novela María. En esa ocasión el negro joven, de notable postura, que llamaban Bruno, sabemos que se sabía como esclavo por la expresión vocativa “mi amo”, que la usó en su respuesta al padre de Efraín, quien le había hecho una pregunta. En el capítulo V el padre de Efraín le preguntó al esclavo si todo lo de su matrimonio ya estaba arreglado: el esclavo le respondió con un Sí, mi amo. El adjetivo posesivo en esta expresión vocativa, dicha por Bruno, es de entrada diferente a la expresión vocativa de la Dedicatoria, que hizo el editor autorizado, ya que el sustantivo modificado es radicalmente diferente: en el caso de la Dedicatoria era “el amigo”, en el caso de Bruno es “el amo”; y, así, una cosa es decir caros amigos míos y otra cosa, radicalmente diferente, es decir mi amo. Son dos relaciones diferentísimas: la que tenía el editor autorizado con los hermanos de Efraín, y la que tenía Bruno con el padre de Efraín o, por extensión, con los hermanos de Efraín. Valga señalar que la expresión vocativa, “mi amo”, con la que Bruno se refirió al padre de Efraín, va acompañada de un ademán, que hace todavía más enfático el uso combinado del posesivo mi y del sustantivo amo: Bruno, en seguida de referirse al padre de Efraín con la expresión “mi amo”, se quitó el sombrero de junco. Este ademán pretende mostrar al padre de Efraín que Bruno está presto, está diligente para responder. El sombrero de junco es una prenda de vestir que la usa el esclavo en sus oficios. Así que, cuando Bruno se quita el sombrero de junco, lo que hace es decirle a su interlocutor que él ha terminado la tarea que estaba haciendo y que ahora está presto única y exclusivamente para él: es una actitud pasiva, él espera que le hablen o, con precisión, que le pregunten. Él se presta a servir. Tal es lo que nos dice un ademán tal, seguido de una expresión vocativa, en la que se emplea un pronombre posesivo, determinando al sustantivo amo. La expresión Mi amo es radicalmente diferente de la expresión de la Dedicatoria Caros amigos míos o, para nivelarla, de la expresión Caro amigo mío. Y, por otra parte, vemos que la expresión vocativa Mi amo, cuyo uso era hecho por la clase social obligada a la sumisión, es inmediatamente sustituida por “su merced” o, de ser varios los interlocutores del mismo carácter, por “sus mercedes”. Antiguamente, esta expresión pareció equivaler a “vuestra merced”. Esto me llevó a cuestionar si no sería necesario comprender el uso histórico de las expresiones de trato, a fin de comprender si ese uso ha permanecido de alguna manera a través del tiempo. Quizás “vuestra merced” sea un claro antecedente de la expresión “su merced”; y, si este es el caso, ¿podrá actualizarse el sentido antiguo de la expresión, para interpretar rectamente la expresión del esclavo? La comprensión de las expresiones de trato, digo yo, nos permite familiarizarnos con la relación social que tienen aquel que la expresa y aquel a quien es dirigida. Las expresiones de trato son una deixis social. Esto me lleva a la cuestión con la que inicié este párrafo: el pronombre tú. Salta a la vista el siguiente contraste: mientras Efraín se refirió al editor autorizado, en la Dedicatoria de la novela, por medio del pronombre tú, en el capítulo V, por otra parte, el padre de Efraín le dijo al esclavo: “Remigia y tú estaréis bien confesados” (letra cursiva fuera del texto). Y en seguida le interrogó: “¿Compraste todo lo que necesitas para ella y para ti con el dinero que mandé darte?” (letra cursiva fuera del texto). No puede ser que Efraín se haya referido con tú al editor autorizado en el mismo sentido de trato en el que el padre de Efraín se refirió al esclavo por medio de las expresiones pronominales: tú estaréis, compraste, para ti, darte. No pudo ser el mismo tratamiento el que tenían Efraín y el editor autorizado, a quien Efraín le confió el libro de sus recuerdos, y el que tenían el padre de Efraín y el esclavo, a quien el padre de Efraín mando darle un monto de dinero para que preparara éste su matrimonio con Remigia, por lo que el pronombre tú tiene necesariamente que tener sentidos diferentes en uno y en otro caso. Esto es lo que estudiaré. Este tipo de preguntas son las que me llaman vivísimamente la atención.
¿Y qué decir del capítulo XI, por poner otro ejemplo: de aquella la vez en el comedor, en el que la distribución de los asientos, como todas las veces, hubo de tener un orden inviolable? ¿No fue narrado en el capítulo XI que, sentados en el comedor, el padre cuestionó a María no sólo sobre las azucenas que tenía en los cabellos, sino sobre quién las había enviado? ¿No estaba María, como consecuencia de esos cuestionamientos, manifiestamente desconcertada? ¿No trataba de disimular lo que era manifiesto? ¿Emma, su hermana, no rió, como habiéndose percatado del desconcierto de María o del disimulo que ella trataba fallidamente de hacer ? ¿No se hizo la turbación de María realmente notable luego de que el padre de Efraín le preguntara por el quién…, habiéndole ya preguntado por el qué…? Lo primero que podemos conocer que dijo Efraín en el comedor esa vez fue algo cuya destinataria fue María. Y, sin embargo, ¿cómo explicar que, dirigiéndose a María únicamente, se haya referido a ella con un “para vosotros”, siendo ella una y vosotros de número plural? ¿Cómo es que Efraín confundió el número tan manifiestamente? ¿Estaba acaso él confundido? ¿O acaso fue una confusión no pretendida, pero que, a fin de cuentas, hizo manifiesta su desconcierto? Este episodio de la novela María es uno de los más desconcertantes de toda la novela. Histórico-sintácticamente, vosotros es una palabra compuesta: de vos y del sufijo –otros. ¿No habría que comprender, antes que nada, por qué es compuesta, y desde cuándo, y en qué sentido se usó el vos y en qué sentido se volvió un uso el vosotros, y cosas similares? O, si es que esa sería una tarea como para dar rodeos, ¿no habría que buscar el sentido recto de la expresión “para vosotros”, a partir de la interpretación semántica de esa expresión de trato? ¿No habría que interrogar qué era lo que intentaba decir Efraín, pero que no dijo por estar en una particular situación, a fin de lograr una interpretación semántica recta? ¿Y no habría que interrogar, además, por qué no dijo lo que, en el fondo, intentaba decir? ¿Acaso esto no nos llevaría a intentar comprender el significado de la particular situación en la que se hallaban? ¿Qué significaba para Efraín que junto a él estuvieran sentadas en la mesa del comedor otras personas, en el Valle del Cauca en el siglo XIX? ¿Y qué significaría si estas personas fueran, como en efecto lo fueron, su familia? ¿Y qué si entre estas personas de la familia estuviera, como en efecto estuvo, la persona amada, María? ¿En qué sentido esto regularía sus expresiones de trato, etcétera? Hay que tener en cuenta que Efraín, estando en otra situación, no sólo reconoció que había “vacilado mucho” (en el comedor, frente a su familia y a su amada), sino que, finalmente, le dijo a María “con voz que denunciaba su corazón”, ahora que estaban en otra situación, las palabras que no le había ¿podido? decir en el comedor. Esta vez no le diría “para vosotras”, como en el comedor, sino haría manifiesto Efraín que lo que quiso decir fue un “para ti”. ¿No es desconcertante, además del cambio evidente—vosotras por ti—, que haya optado Efraín por usar el pronombre ti, en vez del pronombre usted o vos? Quizás no, pero hay que justificarlo. Y, además, hay que explicar el carácter evidente o problemático del cambio ‘evidente’: ¿vosotras por ti? Estas son las cuestiones de las que trata la hermenéutica pronominal y es ésta de la que pretendo auxiliarme para desarrollar mi ensayo.
Considero que lo dicho es suficiente para que el lector sepa de qué tratará mi ensayo. Aún no sé qué apartados de María analizaré pronominalmente. Pero tengo claro que tendré que escoger unos pocos, para poder lograr no una mera pasada sobre los mismos, sino una exégesis. No hablé de en este resumen de la bibliografía por considerar que había incurrido en una omisión esencial, que el tiempo no me daba para corregir: articularla plenamente con mi proyecto. A continuación indico y comento, sin embargo, la bibliografía preliminarmente elegida. En esta explicación deberá ser comprendida no sólo su relevancia, sino, indirectamente, su relación son el resumen acabado de hacer. Me faltó incluir varios textos obligatorios del curso.
3. Breve y preliminar bibliografía comentada
Angela Bartens. “Notas sobre el uso de las formas de tratamiento en el español colombiano actual”.Pronombres de segunda persona y formas de tratamiento en las lenguas de Europa. Coloquio de París. Félix Blanco y José Amenós, ed. París: Instituto Cervantes, 2003. Esta ponencia expone los resultados de una encuesta sociolingüística. Su introducción es esclarecedora y su corta bibliografía es excelente. La ponencia dice que los estudios de Kany y de Montes Giraldo son “antiguos”, en tanto que “tu” y “vos “, contrario a lo que ellos decían, ya no están restringidos al uso familiar. Este estudio da referencias excelentes: por ejemplo, Kany, Charles E. (1945): American Spanish Syntax. Chicago: University of Chicago Press; Montes Giraldo, José Joaquín (1967): “Sobre el voseo en Colombia”. En: Thesaurus 22, 21-44; Pla Cárceles, José (1923): “La evolución del tratamiento ‘vuestra-merced’”. En: Revista de Filología Española 10, 245-280; Flórez, Luis (1963): “El español hablado en Colombia y su atlas lingüístico”. En: Thesaurus 18, 268-356; etc.
Blas Arroyo, José Luis. De nuevo sobre el poder y la solidaridad: apuntes para un análisis internacional de la alternancia tú/usted. Nueva revista de filología hispánica: México, D.F. : El Colegio de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios: v. 42, no. 2 (1994), p. [385]-414. El artículo hace justicia a la tradición del tema lingüístico de los tratamientos. Dice que los estudios en esta materia están endeudados con el psicolingüista americano R. Brown. Destaca el artículo algunas obras de este autor: The pronouns of power and solidarity (1960), Address in American English (1964), Speech as a marker of situation (1979). Además interpreta en líneas generales su aporte. A continuación hare una breve reseña que en todo caso la consideraré como una guía o como algo absolutamente preliminar. El artículo asegura que el poder para Brown consistía en el control que unas personas podían ejercer sobre otras en determinadas situaciones. En la comunicación, el poder significaba que había una asimetría de trato. Pero, por otra parte, de no haber asimetría, Brown aseguró que debía entonces haber lugar para una simetría en el trato, en cuyo caso la situación comunicativa estaba fundada en la solidaridad. Las relaciones de este tipo introducirían una segunda dimensión en el sistema semántico: ahora se trataría del nivel de poderes equivalentes. En uno u otro caso el uso de los pronombres se vería alterado. Así que, como regla general, se deduce que la aplicación del sistema pronominal de una lengua es fiel reflejo de los tratamientos comunicativos y, por tanto, del grado en la asimetría en el trato entre quienes se comunican. Las relaciones de poder en las relaciones comunicativas se deben a las diferencias del estatus social, económico, a las diferencias de edad, al sexo, etc. Pero, a grandes rasgos, lo que decía Brown era que había que distinguir entre las relaciones presididas por el poder y las relaciones no presididas por el poder. Tal es en líneas generales lo que el artículo dice de Brown. Pero la distinción entre relaciones de poder y relaciones de solidaridad es puesta en duda por el artículo, ya que dice que ha triunfado en el español el eje de las relaciones solidarias, por lo que la comunicación con formas de trato asimétricas ha sido desplazada progresivamente. En parte, esto se debe a la ‘democratización’ del ‘mundo occidental’. El artículo interpreta este giro de la siguiente manera: el pronombre tú ha ido desplazando al pronombre usted. El artículo se muestra reticente para con las posturas que dicen que el pronombre usted habrá de perecer en el futuro. El artículo es sobremanera claro: en el español los usos pronominales simétricos han ido desplazando a los usos pronominales no simétricos. Usaré este artículo como piedra angular de mi interpretación de la obra María. Quizás la explicación del desplazamiento de tú por usted pueda ayudarme a interpretar que el patriarca en María se dirija hacia los esclavos por medio de tú. La cordialidad entre las clases opaca la brutalidad del sistema esclavista.
Brown, Roger & Albert Gilman (1960): “The Pronouns of Power and Solidarity”. In: Thomas A. Sebeok (ed.): Style in Language. Cambridge, MA: The M.I.T.Press, 253-276. El artículo advierte que en el inglés el pronombre "you" es un pronombre combinado de usos: se usa tanto para referirse a una, como para referirse a muchas personas. Pero advierte que esto no fue así siempre, ni fue sólo para el inglés. El artículo advierte que por lo general hay dos formas singulares de tratamiento en las lenguas europeas: en latín era "tu" y "vos"; en italiano "tu" y "voi" (pero "voi" fue desplazado por "lei"); en francés "tu" y "vous"; en español "tu" y "vos" (pero "vos" fue desplazado por "usted"); en inglés "thou" y "ye" (pero luego desplazaron "ye" por "you"); etc. El artículo hace una evolución semántica general de los términos latinos "tu" y "vos" como introducción general, teniendo en cuenta la universalidad de la dualidad tu-vos. Luego habla del "poder semántico", de la "semántica de la solidaridad", de los "pronombres del poder y de la solidaridad", etcétera. Este artículo es un hito en la psicolingüística norteamericana. Este artículo, sin duda alguna, será la piedra angular de mi interpretación de María.
Idelbar Avelar. “María as Regional and National Novel, or the Genus as the Name of the Species” (pp. 131-142) en “Chapter 4. Transculturation and Civil War: The origins of the Novel in Colombia”. The Letter of Violence. Essays on Narrative, Ethics, and Politics. Gordonsville: Palgrave Macmillan, 2005. Avelar asegura que las jerarquías de clase, raza y género tienen un carácter permanente a lo largo de Maríade Isaacs. La oligarquía, dice, es soberana y nunca es amenazada a lo largo de la novela. Por el contrario, hay un ‘pacto de cordialidad’ (the pact of cordiality) que une a las clases sociales (that binds social classes). Y va más allá: dice que la violencia opera en el texto, por medio de un ‘silencio concensuado’ (a consensual silencing). En la obra María no hay ningún tipo de violencia, según dice Avelar. Pero, agrega, María está contenida en una narrativa tradicional de la violencia, porque deja de lado los ‘procesos reales de violencia que tenían lugar en la sociedad’ (the text is the erasure and denial of real processes of violence that were taking place in society). El paradigma de la novela es el de la cordialidad y ésta sirve para representar las relaciones entre las clases sociales: concuerdo plenamente con Avelar en este punto. Isaacs, según Avelar, tiene un lenguaje empapado de ‘retórica paternalista’ (paternalistic rhetoric). Se deduce del texto de Avelar que María, en ese sentido, logró representar no sólo la estructura social rígida del Valle del Cauca, sino cierto lenguaje de la cordialidad, por medio del cual las diferentes clases sociales pudieron llevar a cabo el pacto que las unía sin excepción. Se deduce también que esta cordialidad sería propia del ‘romanticismo sentimental’ (sentimental Romanticism) que hay en María y sería opuesta al costumbrismo, por ejemplo, de Manuela: esto habría que estudiarlo con detención. Me parece provechoso pensar que hay una especie de pacto de cordialidad entre María y Efraín en general. Hay un pacto que ellos tienen que tener como miembros de la misma familia vallecaucana. Ese pacto debería ser similar al pacto que tienen dos miembros de la misma familia y debería, por tanto, poderse distinguir de su otro pacto: el amoroso. Esta distinción debería poder lograrse, por una parte, estudiando el lenguaje que usan al comienzo de novela (por ejemplo, cuando están en espacios familiares, en el comedor, etcétera) y, por otra parte, estudiando el lenguaje que usan en otros espacios o en algún momento más avanzado en la narración (cuando se hallan sentados juntos “por causalidad”, etc.).
J.M. Vergara y Vergara. “Juicio crítico”. Jorge Isaacs: Vida y obra. Iván Hernández Arbeláez, ed. 2ª edición. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2008. Vergara y Vergara dijo que María pertenecía “en la literatura al género sentimental”. Pero en seguida aclaraba que la única hermana de María era “la historia holandesa”, ya que María era “muy diferente de las otras novelas de esta clase, como Atala y Pablo y Virginia”. Esta distinción entre las novelas del género sentimental estaba fundada: por una parte, en que unas, las novelas diferentes a María, contaban la historia “de dos niños solitarios” que se enamoran inocentemente; y, por otra parte, en que otras, las novelas como María, narraban “los amores de dos jóvenes, rodeados de muchas personas, viviendo en una misma casa y profundamente enamorados” (letra cursiva fuera del texto). La novela del género sentimental que se parecía a María se caracterizaba por ser “más peligrosa”. Este peligro tiene que ver con la expresión sin reservas de su amor. Convengo con que en María, al menos en el comienzo de la obra, se narra la historia de un amor expresado con severas reservas, por lo que su género sería del amor al mismo tiempo que de la aventura. La esencia de la aventura está en que es arriesgada, peligrosa, etc. Al comienzo de María no hay un claro atrevimiento por parte de los personajes. Ellos entre sí no confiesan su amor con palabras, sino a medida en que avanza la narración; ni buscan un confidente de su amor, a quien confiar con palabras su amor, sino, igualmente, con el progreso de la narración. Al comienzo de la obra tiene lugar más un juego de miradas, de gestos, y de formas expresivas del amor que lograban manejar, hasta cierto punto, la cautela, hasta el punto que la naturaleza—y digo esto en el límite—es María. Se sigue de lo anterior que Vergara y Vergara, sin decirlo tácitamente, hubo distinguido, entre las novelas del género sentimental, las que eran además del género de la aventura, como María. Pero, en un sentido contrario a lo anterior—o sea, en sentido contrario a esa naturaleza de la reserva con que se expresa el amor al comienzo de María—, Vergara y Vergara aseguró, poco sutilmente, como dando un paso en falso, que los amantes en María “no se dijeron una sola palabra que no pudieran oír sus padres” y que en ese sentido es una novela “casta”. Yo no puedo aceptar esto desde mi interpretación, ya que en el comedor Efraín dijo “para vosotras”, omitiendo el pretendido “para ti”. Habría que hacer énfasis, como dice después el mismo Vergara y Vergara, en que las palabras en María son “pronunciadas a medias [y] describen la marcha impetuosa del amor” o en que, como lo dice también muy bien, la novela es “una novela de caracteres”. En síntesis, tenía que haber reserva o cautela al comienzo de la novela, y los amantes no podían decir todas las palabras que ellos quisieran haber podido decirse, porque María es una obra de naturaleza mezclada: de amor casto, pero de aventura innegable.
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