Primera parte. Introducción
El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo. La facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, el buen sentido, no difere el uno del otro. El ingenio es el mismo. Los caminos son diferentes. Las opiniones son diferentes. Pero hay que aplicar bien el ingenio.
"me gustaría dar a conocer en el presente discurso los caminos que he seguido y representar en ellos mi vida como en un cuadro para que cada cual pueda formar su juicio y así, tomando luego conocimiento por el rumor público de las opiniones emitidas, sea este un nuevo medio de instruirme que añadiré a los que acostumbro emplear".
"Mi propósito pues no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de seguir para dirigir bien su razón, sino solo exponer el modo como yo he procurado conducir la mía". Esta obra, por tanto, no es un tratado. Sí lo serán las Meditaciones Metafísicas.
El modo de escribir de él será el de la historia o el de la fábula.
Empieza el Discurso del Método en la página 41. Fue criado en las letras. Pero llegado un punto cambió de opinión. Le embargaban dudas y errores. Descartes gustaba por las matemáticas. Pero no le bastaban sus aplicaciones. Le gustaba la poesía. Y otras muchas más. Descartes abandonó las ciencias. Estuvo varios años estudiando en el libro del mundo.
Segunda parte. Preceptos del método y otras cosas.
Ejemplo del arquitecto para advertir sobre la dificultad de basarse sobre lo que han hecho varios. Y, luego, en lo tocante a las opiniones se dio en la labor de suprimirlas. Él se deshiso de las opiniones, pero no cualquieras, sino las suyas. "Mis designios no han sido nunca otros que tratar de reformar mis propios pensamientos y edificar sobre un terreno que me pertenece a mi solo".
Descartes objeta la lógica, el análisis de los antiguos y el álgebra de los modernos, y creyó que la composición de las ventajas de estas tres ciencias formarían su nuevo método. Entonces formuló cuatro preceptos.
Tercera parte.
Dedicatoria de las Meditaciones Metafísicas
Va a decir Descartes “lo que me he propuesto”. Descartes se considera uno entre los “fieles”. Y dice: “nosotros los fieles”. A los fieles, dice Descartes, les basta la fe. Pero para inculcar a los infieles la religión o la virtud moral hay que darles “por razón natural” demostraciones que no caigan en un círculo lógico. “el explicar cómo y por qué vía podemos, sin salir de nosotros mismos, conocer a Dios más fácilmente y más ciertamente que conocemos las cosas del mundo” (106). La obra Meditaciones Metafísicas es considerada por Descartes un “tratado”. Las demostraciones que va a dar Descartes requieren que no haya ni prejuicios ni que intervenga “el comercio de los sentidos”. Descartes pretenderá demostrar, por una parte, que hay un Dios y, por otra parte, que el alma humana difiere del cuerpo.
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