I
Cuando era niño fue adonde Lorenzo María Lleras, en Bogotá, para estudiar. Una de sus hermanas cortó de su cabeza unos cabellos. Esto tiene un raro significado. Los cabellos cortados serían una precaución por parte de su hermana. Ellos mismos representan “las horas más felices de su existencia”. Comenzaría una vida diferente, al dejar su hogar. María se despidió como cualquiera de él. El niño se va de su hogar. El papá lo lleva.
II
Pasan seis años. Regresó al Valle. Era de mañana. Describe lo que hay hacia el oriente, luego lo que hay hacia el sur, &c. Dice: “Estaba mudo ante tanta belleza”. Ella es la belleza. Y hay que hacer énfasis en el pronombre: ella. Compara el narrador lo que ve con una mujer. Se acercó a la casa de sus padres. Vio su huerto. Se reencontró con su madre, con sus hermanas y con María. Describe sus ojos. Luego dice que los ojos de María estaban humedecidos.
III
Fueron al comedor, en la casa de los padres. Describe qué ve, viendo hacia afuera de la casa. Describe a su padre, a su madre, a sus hermanas, y luego a María. Uno a uno quienes compartían con él la mesa del comedor. De María dice lo siguiente. Que le ocultaba los ojos “tenazmente”. Que le ocultaba su “linda” dentadura con sus labios rojos, “húmedos y graciosamente imperativos”. Describe su cabellera. Y dice que tiene “un clavel encarnado”. Describe su traje azul. Describe sus brazos, sus manos. Habiendo concluido la cena y levantado los manteles, uno de los esclavos rezó el padre nuestro. Los amos completaron la oración. Entre estos se contaba el narrador. Le mostraron su habitación. Tenía una única ventana. La describe. Había una mesa con un florero con flores. Lo describe. Tenía cortinas. Las describe. Había una virgen, mapas, asientos, un juego de baño, &c. Ema es una de las hermanas. María hizo una sonrisa: “la de la niña de mis amores infantiles”.
IV
Durmió. Cuenta que el esclavo, llamado Pedro, le contaba cuentos para dormirlo cuando era niño. Describe el sueño que tuvo con María. Luego se despierta. Verbos en condicional. Abrió la ventana. Vio a María, junto a Ema. Describe su traje. Describe su cabellera. Dice que ella y su hermana estaban descalzas. Dice que llevaba una vasija de porcelana. Desechaban las marchitas, estando en el huerto. Vio a Ema. María se dio cuenta. Le ocultó los pies, habiendo caido de rodillas. Fingió “jugar con las flores”. La madre llamó a “su” costurero después del almuerzo. Ema y María “estaban bordando”. Ema, intrigada, le preguntaba al narrador sobre Bogotá. María lo dejaba en descuido. Vio sus pies cuando se paró. Y la describió. La madre manifestó deseos de que el narrador le diera lecciones a las mujeres sobre gramática y geografía. Se convinieron las clases. Primero habría que evaluar a las aprendices. Describe el baño que le habían alistado.
V
Pasaron tres días. Su padre lo invitó a ir a las haciendas. El narrador tenía “interés real” en sus negocios. Fábrica de azúcar, fanegadas de caña, ganado, cebaderos, lujosa casa de habitación: “lo más notable de sus haciendas en tierra caliente”. Los esclavos eran “sumisos y afectuosos para con su amo”. Su padre le daba buen trato a sus esclavos. Pedro, el esclavo, fue su ayo; o sea, la persona encargada de su crianza. Higinio era el mayordomo. El narrador dice en qué pensaba en relación con su niñez. Con sombrero de junco y con pala: así iban los esclavos como Bruno. Por primera vez se conoce que el padre del narrador se llama Don Anselmo, a quienes los esclavos lo llaman “mi amo”, y que su mujer se llama Doña Dolores. Bruno y Remigia se casaron. Fueron en caballo al baile el narrador y su padre. El machete era la “insignia de su empleo”. Describe los cantos de la “música semi-salvaje”, bambucos. Zamarros y sombreros: así iban vestidos los “amos”. Luego se retiraron del festejo. El padre del narrador quedó satisfecho con la visita que su hijo había hecho a las haciendas. El padre, en cumplimiento de una promesa ya hecha a su hijo, le dijo con irrevocabilidad al narrador que se fuera a Europa a estudiar medicina en un tiempo no mayor de cuatro meses. Se dio, por tanto, una “noticia de viaje”.
VI
María estaba pálida. Todavía tenía clavado en su cabellera el clavel que le había dado el narrador antes de marchar hacia el valle. Estuvo silenciosa. A María le pareció que el narrador estaba triste por el viaje. El narrador lo negó luego de que María le preguntara por su apariencia. El narrador puso una mirada fija en María. El padre lo miró a él atentamente, riéndose. El narrador fue a su habitación. Allí el narrador habla sobre el amor, teniendo las flores que María le ha recogido.
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