La medición de los cuerpos es el capítulo IV del libro La falsa medida del hombre de Stephen J. Gould
El médico italiano Cesare Lombroso propuso la antropología criminal, una teoría sobre la criminalidad innata (página 119).
Examinando el cráneo del bandolero Vihella, Lombroso creyó haber identificado unos rasgos presuntamente innatos. “Rasgos atávicos” (página 119) los llamó. Eran los rasgos del “pasado simiesco” (página 119) que tenía el criminal como herencia; por lo que también se denominan “rasgos atávicos simiescos” (página 120). En la constitución innata del criminal están unos rasgos, los rasgos atávicos, que le hacen “comportarse como lo harían un mono o un salvaje normales” (página 120). Estos signos atávicos simiescos son esencialmente “determinados signos anatómicos (…) signos físicos, o estigmas, como los llamaba Lombroso” (página 120). El criminal para Lombroso es nato, en tanto que tiene estigmas anatómicamente identificables. El crimen, para Lombroso, se presentaba “como un fenómeno natural” (página 120).
Lombroso adoptó, por una parte, un antropomorfismo en el análisis de la conducta animal y, por otra parte, adoptó el argumento de la recapitulación en su etnología.
Su análisis de la conducta animal concluyó en lo siguiente: los animales tienen una conducta criminal. “Cita, por ejemplo, el caso de la hormiga cuya furia asesina la impulsa a matar y despedazar un pulgón; el de una cigüeña que, junto con su amante, asesina a su marido; el de unos castores que se asocian para asesinar a un congénere solitario; el de una hormiga macho que no tiene acceso a las hembras reproductoras y viola a una obrera, cuyos órganos sexuales están atrofiados, provocándole la muerte en medio de atroces dolores; llega incluso a decir que cuando el insecto come determinadas plantas, su conducta ‘equivale a un crimen’” (página 120).
Su etnología fue influenciada por el argumento de la recapitulación, ya que pretendió Lombroso relacionar a los criminales con los ‘grupos inferiores’. Su etnología trató sobre “los dunka del Nilo Alto” (página 121). Los dunka para Lombroso eran salvajes que se tatuaban, que tenían una anatomía con estigmas simiescos, etcétera (página 121). También, concluyó de manera similar en relación con los gitanos (página 122): eran vanidosos, desvergonzados, pertenecientes a una raza moralmente baja, incapaz de la intelectualidad, etcétera. También habló de los negros y de los salvajes americanos (página 122). Dijo que en el niño manifestaban “las más sádicas tendencias del criminal” (páginas 122-123). Halló comparables los pies de las prostitutas con el de los monos (página 125).
Lombroso empleó las técnicas de la antropometría para tratar de justificar su innatismo teórico. Comparó el cráneo de los criminales con el de ‘las personas normales’ (página 126) y al parecer halló una diferencia en el tamaño.
Para Lombroso “alrededor de un 40% de los criminales obedecían a una compulsión hereditaria, mientras que otros actuaban movidos por la pasión, la furia o la desesperación” (página 128). Distinguió, por consiguiente, los criminales ocasionales de los criminales natos.
Lombroso también aseguró que la criminalidad estaba relacionada con ciertas “enfermedades y degeneraciones congénitas” (página 130). En particular, enfatizo la naturaleza del criminal padecía de epilepsia tal o cual grado (página 130). Esta estigmatización de los epilépticos hizo que “miles de epilépticos (…) se convirtieron en uno de los principales blancos de los programas eugenésicos” (página 130).
No hay comentarios:
Publicar un comentario