Sobre la primera parte
Los llamados neokantianos de Marburgo (76), como Rickert y Lask, refutaron la interpretación de la Crítica como el origen psicológico del conocimiento. Propusieron interpretarla lógicamente. Heidegger, adhiriéndose a la corriente e influenciado por Hermann Lotze, sostuvo que debía haber una nueva forma del ser, la del valer.
Lask, invirtiendo el postulado de Rickert, "desplazó el centro lógico de gravedad hacia la materia o material, el otro elemento de la objetividad" (77-78). La forma lógica para Lask estaba "vacía", exigiendo complementación (78), para llegar a ser "significado" (78). El objeto ya tenía sentido, por lo que era más que la forma lógica. Para Rickert el "deber ser trascendental" (78) prevalecía sobre lo material. Lask llamo mi revolución copernicana a "la unidad del ser con el deber ser" (78). Desde Lask "el ente", como lo llama Gutiérrez, es el "principio diferenciador de significación" (78). Lask se valió de la "noción del valer hacia" (79).
Heidegger, entonces, "trata de aclarar la estructura del juicio apoyándose en la noción de valer hacia de Lask" (79). En particular, Heidegger estudiar "el sentido unívoco de aquellas proposiciones que expresan un acontecer, un teler lugar" (79), como por ejemplo relampaguea, llueve o apúrate, va a reventar (79). En su disertación doctoral, Heidegger busca "una aportación crítica a la lógica" (80).
En su trabajo de habilitación profesoral, Heidegger "relaciona la lógica escolástica con los planteamientos más recientes acerca del sentido lógico" (80). Heidegger se vale de la Grammatica speculativa de Thomas de Erfurt, atribuída entonces a Duns Scotus. Compara a Rickert con Scotus. Asemeja el objeto del conocimiento con el fundamentum veritatis (80). El juicio es donde se constituye la verdad. El juicio era interpretado "como una relación entre el sujeto y el predicado, (....) cuya nota compositionis es la cópula, el est" (80). La cópula es una "relación de valor" (81), por lo que el objeto del conocimiento "debe ser un sentido que valga " (81). Hay, por tanto, un "predominio o dominación absoluta del valer sobre la realidad" (81). Heidegger, por tanto, proyecta "la teoría neokantiana del valor a la lógica medieval" (81).
Dicho trabajo "apareció como libro en septiembre de 1916" (81). Había un capítulo añadido en el que se presentaron las "tesis de principio y de contenido" que, a juicio de Gutiérrez, "desbordan el marco original del escrito" (81). Por las circunstancias, "se imponía la necesidad de terminar a nivel metafísico la discusión cada vez más estéril en torno a la teoría del conocimiento" (82). Resume Gutiérrez excepcionalmente: "era ahora menester entrar a cortar" (82). Es cuando Heidegger "exige insertar el problema de las categorías en el problema del sujeto" (82). Gutiérrez lo califica como el "nuevo sujeto" (82).
Heidegger es ahora influenciado por Dilthey y Hegel. El "espíritu viviente [es] la dimensión dentro de la cual haya que tratar la cuestión del sentido" (83). Y, con base en ella, Heidegger anuncia una "investigación más detallada sobre ser, valor y negación" (83). Según Gutiérrez, nunca publicó esa investigación.
A Gutiérrez le interesa "ante todo ver cómo Heidegger va saliendo del ámbito de la problemática neokantiana, hecho determinante del comienzo de su filosofía" (83).
Gutiérrez asegura que en el trabajo de habilitación profesoral Heidegger todavía no rompe sus vínculos totalmente con "la filosofía de los valores" (83). Tampoco los rompe en la conferencia de prueba, El concepto de tiempo en la ciencia de la historia (84). Así que Gutiérrez asegura que "el gran descubrimiento de Ser y tiempo será justamente el de la constitución y fundamentabilidad ontológica original del tiempo" (85).
Sobre la segunda parte
Heidegger sostiene el "problema central de la intencionalidad" (86). Argumentó como problemático que no pudiera ser un "objeto de la conciencia" la llamada duración pura del flujo constitutivo del tiempo (86). De manera sencilla, Heidegger critica a Husserl, poniendo de relieve "la dificultad principal de la Fenomenología, cual es la de que el esquema de objetivación no es capaz de comprender adecuadamente el fenómeno del tiempo" (86), por reducir "toda vivencia al rendimiento intencional de la conciencia" (86).
Husserl, según Gutiérrez, se ve en la obligación de recurrir a una "solución autoritaria" (87), a saber: la postulación de "un proto-yo que se temporaliza a sí mismo y que es al mismo tiempo la proto-fuente de toda constitución" (86). Esta es la que llama Gutiérrez la auto-fundamentación de la conciencia intencional.
Gutiérrez refuta tal auto-fundamentación, sosteniendo la siguiente tesis: "la conciencia no se caracteriza primariamente por el cogito me cogitare" (87); o por esta: "lo primero fenomenológicamente no es la conciencia de sí misma" (87); o, positivamente, cuando dice, influído por Max Scheler (87), que "la conciencia siempre está fuera de sí, en las cosas" (87). Y la califica de errada, a la "interpretación de la conciencia de sí misma". La califica de clara proveniencia cartesiana (87). Concluye que su error está en concebir "la conciencia como objeto" (87). Heidegger, según Gutiérrez, rechaza la que califica como la aberrante idea (87), la de "un yo que es para sí sin mundo" (87), por medio del "ser-en-el-mundo" (87). A ésta la llama "expresión compuesta" (87).
Ser-en-el-mundo, según Gutiérrez, es "el momento constitutivo del ser-ahí" (87). O dicho en otros términos, "es una determinación ontológica del ser-ahí" (88). Pero no es "la solución misma" (88), ya que no se ha dado "plenitud de contenido al concepto" (88).
Ser-ahí, según Gutiérrez, "está siempre más allá de sí mismo, en el mundo" (87).
El punto de partida de Heidegger es, según Gutiérrez, "nuestra orientación en el mundo" (90). En él "experimentamos a diario las cosas en su significación" (90). Explícitamente, Gutiérrez afirma: "él", o sea Heidegger, "parte de las cosas que encontramos en el mundo con su carácter de para algo" (90). La cosa es ahora "un utensilio, cuyo modo de ser es el ser a la mano" (90). Su sentido "radica en su ser para algo" (90).
Asegura Gutiérrez: "Nosotros nos movemos desde siempre en la familiaridad (...) con nuestro mundo" (90).
"Para la ontología cartesiana mundo es fundamentalmente naturaleza material cuantificable" (91), ya que "La cualidad primera que constituye la substancia de las cosas es la extensión" (91), puesto que "la extensión es lo único que se mantiene invariable en el medio de las mutaciones de las cosas" (91).
Heidegger, según Gutiérrez, confronta la "ontología cartesiana del mundo" (92).
Heidegger termina sus "anotaciones críticas en torno al concepto de valor (...) con una referencia a la historia de la metafísica" (92). Esta referida será complementada con la Introducción a la Metafisica (93).
Gutiérrez advierte sobre el parágrafo 33 de Ser y tiempo en el que se alude "a la obscuridad lógica del término valer " (93).
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