La llamada actividad editorial fue, según Anderson, "una de las primeras formas de la empresa capitalista" (63), ya que los editores fundaron las llamadas casas editoriales (64) "por toda Europa" (64). La industria era c0ntrolada por los "capitalistas ricos" (64). El objetivo del vendedor de libros era vender "principalmente las obras que interesaban al mayor número posible de sus contemporáneos" (64). Por otra parte, los consumidores eran "los lectores de latín" o, de manera general, "la Europa alfabetizada" (64) o, más precisamente, los "bilingües dentro de la población total de Europa" (64). Sin embargo, "el grueso de la humanidad era monolingüe" (65). Por consiguiente, el modelo de publicar en latín habría de caer en decadencia en el siglo XVII, transformándose en un modelo para los "grandes públicos de lectores monolingües" (71), consistente en "la venta de ediciones baratas en lenguas vernáculas" (65).
vernācŭla , ae, f. se llamaba a la mujer que hacía de esclava doméstica. El adjetivo de tres terminaciones vernācŭlus , a, um calificaba por lo general a alguien, a una persona, que era esclavo doméstico. El sufijo culus, -cula, -culum en latín convertía a la palabra que lo completara en una palabra diminutiva. Supongo que el diminutivo tenía el propósito de ser despectivo para con la esclava. La la traducción fiel del substantivo femenino vernā-cŭla sería esclavita o, en un sentido más pugnante, esclavucha El substantivo no diminutivo verna , ae, era el esclavo nacido en la casa del maestro, el doméstico.
Las lenguas vernáculas cobraron importancia por tres "contribuciones al destronamiento del latín" (70) y a "la fatalidad de la diversidad lingüística humana" (70).
Primera (y, según el autor, menos importante). Por los llamados humanistas (65), quienes le dieron un estilo al latín "cada vez más ciceroniano y, por la misma razón, cada vez más alejado de la vida eclesiástica y cotidiana (...) adquirió un carácter esotérico" (65).
Segunda. Por la publicación de libros en alemán en las segunda, tercera y cuarta décadas del siglo XVI, a raíz de las tesis de Lutero, impresas en alemán y clavadas en 1517. Según Anderson, "Lutero se convirtió en el primer autor de éxitos de libreria hasta entonces conocido" (66). El protestantismo usó "el mercado en expansión de impresiones en lenguas vernáculas, creado por el capitalismo" (67). En cambio, "la Contrarreforma defendía la ciudadela del latín" (67). El protestantismo creció conforme fueron creados "rápidamente grandes grupos de lectores nuevos" (67).
Tercera. Por haber sido usadas "como instrumentos de la centralización administrativa, realizada por ciertos aspirantes a monarcas absolutistas privilegiados" (68). Fueron "enguas administrativas (...) usadas por los funcionarios para su propia conveniencia interna" (70).
Para el autor, "lo esencial es la interacción entre la fatalidad, la tecnología y el capitalismo" (71). O, como dijo en otro lugar, la interacción "entre un sistema de producción y de relaciones productivas (el capitalismo), una tecnología de las comunicaciones (la imprenta) y la fatalidad de la diversidad lingüística humana" (70). La relación es así: antes de la tecnología de las comunicaciones, "En la Europa anterior a la imprenta, y por supuesto en el resto del mundo, la diversidad de lenguas habladas, esas lenguas que son para quienes las hablan la trama y la urdimbre de sus vidas, era inmensa" (71). Y, por otra parte, "Nada servia para 'conjuntar' lenguas vernáculas relacionadas más que el capitalismo" (72).
Las "lenguas impresas" (72) implicaron "procesos en gran parte inconscientes, resultantes de la interacción explosiva entre el capitalismo, la tecnología y la diversidad lingüística humana" (74; letras cursivas mías).
Primero. "crearon campos unificados de intercambio y comunicaciones por debajo del latín y por encima de las lenguas vernáculas habladas" (72).
Segundo. "el capitalismo impreso dio una nueva fijeza al lenguaje (...) el libro impreso conservó una forma permanente" (73).
Tercero. "el capitalismo impreso creó lenguajes de poder de una clase diferente a la de las antiguas lenguas vernáculas administrativas" (73). Algunos dialécticos estaban "inevitablemente 'más cerca' de cada lengua impresa" (74).
Para "convertirse en modelos formales por imitar y (...) por explotarse conscientemente con un espíritu maquiavélico" (74), Anderson considera que "el gobierno" debió ser el responsable de mostrar "una gran indiferencia por lo que las minorías hablan" (74) y, al mismo tiempo, de favorecer "una nueva forma de comunidad imaginada, que en su morfología básica preparó el escenario para la nación moderna" ( 75). Da el ejemplo de Turquía y dice: "Ataruk impuso la utilización del alfabeto latino en forma obligatoria" (75). Da el caso ruso: "en los años treinta con Stalin, con el empleo obligatorio del alfabeto cirílico rusificante" (75). Advierte: "La extensión potencial de estas comunidades estaba forzosamente limitada" (75).
No hay comentarios:
Publicar un comentario