2) Gadamer se reconoce como "el contrario" (331) de Heidegger en ese sentido.
3) Gadamer aclara qué persigue, a saber: "la cuestión de cómo, una vez liberada de las inhibiciones ontológicas del concepto científico de la verdad, la hermenéutica puede hacer justicia a la historicidad de la comprensión" (331).
4) Gadamer deja sólo advertido, prometiendo volver sobre ello "más tarde" (332), que pueda "parecer dudoso que exista siquiera tal preceptiva de la comprensión" (332).
5) Entonces, Gadamer interroga por las consecuencias que tiene para la hermenéutica "que Heidegger derive la estructura circular de la comprensión a partir de la temporalidad del estar ahí" (332). Y se propone volver "ahora a la descripción de Heidegger del círculo hermenéutico" (332).
6) Gadamer cita a Heidegger en la página 332. En este parágrafo me limito a reproducir la cita. Entonces, "El círculo", dice Heidegger, "no debe ser degradado a círculo vicioso, ni siquiera a uno permisible. En él yace una posibilidad positiva del conocimiento más originario, que por supuesto sólo se comprende realmente cuando la interpretación ha comprendido que su tarea primera, última y constante consiste en no dejarse imponer nunca por ocurrencias propias o por conceptos populares ni la posición, ni la previsión ni la anticipación, sino en asegurar la elaboración del tema científico desde la cosa misma" (332).
7) De la cita a Heidegger, Gadamer da una interpretación de "lo que dice aquí Heidegger" (332). Y dice: "más bien descrfibe la forma de realizar la misma interpretación comprensiva" (332). Y concluye: "la reflexión hermenéutica de Heidegger culmina (...) en hacer ver que este círculo tiene un sentido ontológico positivo" (332).
De la "abreviación simplista" (333), como la llama el mismo Gadamer, acerca del "proceso que describe Heidegger" (333)
8) Gadamer previene al eventual intérprete, "el que intenta comprender" (333) como lo llama Gadamer. Enuncia tres exigencias. Dos negativas, las dos primeras.
La primera, que "tiene que protegerse contra la arbitrariedad de las ocurrencias" (333).
La segunda, "tiene que protegerse (...) contra la limitación de los hábitos imperceptibles del pensar" (332-33).
La tercera, "tiene que (....) orientar su mirada «a la cosa misma»" (333). A esta exigencia, que es "la tarea primera, constante y última" (333) la llama Gadamer el "dejarse determinar así por la cosa misma" (333).
9) La cosa a la que se orienta la mirada es "en el filólogo (...) textos con sentido, que tratan a su vez de cosas" (333). Me parece bastante sugestiva la referencia al filólogo.
10) En el "comprender un texto " (333) Gadamer ve tres momentos. El primero, es el de leerlo (333). El segundo, el de hacer una "elaboración de [un] (...) proyecto previo" (333) que permita el aparecimiento "en el texto [de] un primer sentido" (333) y luego la proyección "enseguida [de] un sentido del todo" (333). A este segundo momento Gadamer lo llama el "primer proyecto" (333) o, si hay más de uno, e incluso con la posibilidad de que uno rivalice con otro, los "diversos proyectos de elaboración" (333). El tercero, el de revisar el sentido elaborado "en base a lo que vaya resultando conforme se avanza en la penetración del sentido" (333). Según Gadamer, "toda revisión (...) estriba en la posibilidad de anticipar un nuevo proyecto de sentido" (333).
11) Me parece que Gadamer retoma su referencia al filólogo, y habla de la cosa a la que se orienta la mirada del filólogo mismo: el texto con sentido. Así pues, Gadmer habla del comprender un texto. Pareciendo valer lo siguiente para cualquier otro tipo de comprensión, dice Gadamer que este tipo de comprensión, el de la comprensión de textos o comprensión textual, consiste en "que pueda establecerse unívocamente la unidad del sentido" (333) por medio de un "constante reproyectar" (333). El constante reproyectar, esencial a mi juicio como el criterio de Gadamer para establecer si se está interpretando un texto, es, según Gadamer, el empezar "con conceptos previos que tendrán que ser sustituidos progresivamente por otros más adecuados" (333). Y queda todavía más claro lo que es el comprender un texto para Gadamer, cuando él mismo aclara qué es para él "la tarea constante de la comprensión" (333), a saber: "Elaborar los proyectos correctos y adecuados a las cosas, que como proyectos son anticipaciones que deben confirmarse «en las cosas»" (333). Todo esto, como se ve, no pudo ser más problemático.
12) Gadamer advierte que el intérprete "está expuesto a los errores de opiniones previas que no se comprueban en las cosas mismas" (333).
13) Pero, entonces, ¿parece Gadamer sugerir que aquellas opiniones "en el proceso de su aplicación acaban aniquilándose" (333)? Gadamer constesta a esta pregunta, diciendo que las opiniones con las que inicia la comprensión, las llamadas "opiniones previas" (333), "no son arbitrarias" (333). En sentido práctico, esto quiere decir que el intérprete "examine tales opiniones en cuanto a su legitimación, esto es, en cuanto a su origen y validez" (334). Gadamer con esto cree haber planteado una "exigencia fundamental" (334).
14) La adecuación con relación a la cosa es explicitada por Gadamer, cuando dice que la "tarea nuestra" (334), como la llama él-creyendo, por algún motivo, que su tarea es una tarea compartidísima por sus lectores-, es "el ganar la comprensión del texto sólo desde el hábito lingüístico de su tiempo o de su autor" (334). La gran problemática en este punto, por tanto, radica en comprender qué es ese hábito lingüístico del tiempo del texto que se interpreta. Y Gadamer reconoce que esta es la gran problemática, al decir que "el problema es cómo puede satisfacerse esta exigencia general" (334; letra cursiva mía).
15) La cuestión se complica más. Gadamer asegura que "hay que contar como factor de resistencia con el carácter inconsciente de los propios hábitos lingüísticos" (334; letra cursiva mía). Por lo que se ve en la obligación de reconocer que hay "diferencias entre el uso lingüístico acostumbrado y el del texto" (334). El abismo entre el intérprete y el texto parecería haberse abierto sin posibilidad alguna de ser zanjado. Por lo mismo, Gadamer plantea la siguiente pregunta: "¿Cómo es posible hacerse cargo de las diferencias entre el uso lingüístico acostumbrado y el del texto? " (334).
16) La diferencia entonces ocupa total preocupación para Gadamer. Insisto en que la cosa a la que se orienta la mirada del filólogo es el ejemplo, por llamarlo de alguna manera, del que se vale constantemente Gadamer. Entonces presenta por vez primera la que llamaexperiencia del choque con un texto en la p;agina 334. Este tipo de experiencia, según Gadamer, es "lo que nos hace detenernos y atender a la posibilidad de una diferencia en el uso del lenguaje" (334).
17) Así que la experiencia presentada es posterior a un movimiento, por una parte, poco detenido y, por otra parte, poco atento ante la diferencia. En efecto, similar a 12), hay una "presunción general" (334). Se tiene la presunción de que "todo el que habla la misma lengua emplea las palabras en el sentido que a uno le es familiar" (334), etc. En breve, se "tiende a presuponer la constancia de este uso cuando se acerca a un texto cualquiera" (334). La regularidad del uso del lenguaje se presupone.
18) Las "opiniones previas" (334) están contenidas en el que llama Gadamer "el hábito lingüístico" (334). Entonces, Gadamer plantea escapar a la preconcepción habituada: "¿cómo hallar la salida del círculo de las propias posiciones preconcebidas? " (334).
19) El modo para escapar a la preconcepción habituada sería la apertura al otro. Dice Gadamer: "Lo que se exige es simplemente estar abierto a la opinión del otro a la del texto" (335), "El que quiere comprender un texto tiene que estar en principio dispuesto a dejarse decir algo por él" (335). Y habla de la "conciencia" como una "conciencia (...) receptiva desde el principio para la alteridad del texto" (335). Por vez primera aparece la palabra alteridad. Por vez primera aparece la palabra receptividad (335, al final; última línea).
20) Gadamer entonces, enredadamente, pretende explicar el modo de realizar lareceptividad, pretendiendo evitar que el atento que pone su mirada al texto tenga que hacer una "autocancelación" (336). Enredadamente, porque habla de incluír "una matizada incorporación de las propias opiniones previas y prejuicios" (336) o de"hacerse cargo de las propias anticipaciones" (336) o de "hacerlas conscientes para poder controlarlas y ganar así una comprensión correcta desde las cosas mismas" (336) o de "mantener alejado todo lo que pueda dificultar el comprender desde la cosa misma" (336). No dice cómo, su carens es la modalidad, la guía de la acción. En un primer momento por lo menos la cuestión dista mucho de estar explicada. Se ha reprendido severamente a los llamados prejuicios, los responsables de volvernos "sordos hacia la cosa de que nos habla la tradición" (336). Se ha atacado continuamente el llamado "carácter esencialmente prejuicioso de toda comprensión" (337). Pero, nada más que reprender. Lo que queda enfáticamente claro es el propósito a realizar: "que el texto mismo pueda presentarse en su alteridad y obtenga así la posibilidad de confrontar su verdad objetiva con las propias opiniones previas" (336).
21) Así que Gadamer, percatándose de un tamaño filosofismo contra los prejuicios, asegura que hay un prejuicio que él llama un prejuicio de la Ilustración (337): "es el prejuicio contra todo prejuicio" (337). Gadamer disputa algo que considero totalmente valedero: el que "«Prejuicio» no significa pues en modo alguno juicio falso" (337). Gadamer alude a la palabra extranjera praejudicium. La palabra neutra latina prae-jūdĭcĭum tenía más el matiz de precedente, ejemplo, algo a ser examinado antes de hacer otra cosa, etc. Y, como haciendo una lexicografía histórica, Gadamer parece asegurar que el vocablo ha perdido su original sentido, "parece", en sus palabras, "haberse restringido desde la Ilustración y su crítica religiosa al significado de «juicio no fundamentado»" (337). Y señala al verdugo representativo: el "espíritu del racionalismo. Sobre él reposa el descrédito de los prejuicios en general y la pretensión del conocimiento científico de excluirlos totalmente" (338).
22) Entonces Gadamer, dando con ello inicio al acapite La depreciación del prejuicio en la Ilustración (338), distingue los praeiudicium auctoritatis de los precipitantiae (pie de nota 7, página 338).
(incompleto)
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